miércoles, 2 de marzo de 2011

Un Argentino en el Reino del Surf

La Nacion Revista. Domingo 23 de Enero de 2000
Era una tarde fría en Mar del Plata. Estaba más bien para un chocolate caliente al lado de la chimenea. Sin embargo, en las inmediaciones de Playa Grande, varias personas chapoteaban en el agua. Eran surfistas. Una raza diferente que llega a 20.000 personas en la Argentina, y 20 millones en el mundo.

Forman parte de otra estirpe por sus parámetros fuera de lo común. Si hay buenas olas, no les importa el frío polar. En ese caso, después de atarse una toalla a la cintura, se desvisten (mientras tiritan) para ponerse el traje de neoprene. Una vez en el agua, pueden pasarse varias horas (a veces, hasta 4) esperando una buena ola. Cuando salen, tienen las manos y los pies morados. Pero transportan, además de su tabla, una sonrisa.

Uno de ellos, tal vez el más fanático de todos, es Fernando Aguerre, alias el Rata. Allí está, feliz, con su traje de agua y su tablón color madera. A los 42 años, este marplatense radicado en California, es lo que se llama un hombre exitoso y uno de los puntales de la difusión del surf. Reconocido en el mundo como un empresario de los grandes, tiene además la cualidad de vivir como quiere, haciendo lo que le gusta, viajando mucho y, básicamente, pasándola bien.

Su punto de arranque fue crear una marca de calzado que hoy está muy bien ubicada en el mundo. Junto a su hermano, Santiago, a partir de una inversión de 4000 pesos, dio vida a una multinacional a base de sandalias para la playa y zapatillas, que se venden en más de 100 países, en los 5 continentes.

Detrás de su marca, Reef, hay una fábrica que emplea directamente a 750 personas en la Argentina y a 2500 en el mundo. Su fuerte consiste en ofrecer sus productos como si fueran el distintivo gracias al cual se reconoce a los miembros de un clan especial.

El mismo dijo en una conferencia de prensa: "Los surfistas somos una tribu mundial. Quizá no hablamos el mismo idioma, pero tenemos pasión por las olas y la misma necesidad de surfear todos los días. Tenemos algo en común".

Durante el Cuarto Campeonato Panamericano de Surf en Mar del Plata, Aguerre hizo una pausa entre las olas y conversó con la Revista. Vestido con saco (sin corbata), lleva como siempre un collar de caracoles anudado al cuello.

A modo de presentación, entregó tres tarjetas personales. Una corresponde a su función como presidente de la Asociación Internacional de Surf (ISA), o International Surfing Association. La segunda, a su cargo como presidente de la Asociación Panamericana de Surf (APAS), y la tercera, con el logo de Reef, dice: jefe & dreamer (soñador).

Sus funciones no terminan ahí. Es padre de trillizos de 3 años: Kaila María, Tiare Lucía y Jakue Fernando Kahanamoku. "Ese era el apellido de un hawaiano, padre del surf moderno y el Gardel del surf mundial", aclara Aguerre.

Como se ve, nada en Aguerre es usual. Es un hombre de familia que tiene pasión por el riesgo. Santiago, un año menor, es director de producción. Su tarjeta dice: Prez & Main Slave. Es decir, presidente y esclavo principal.

Fernando llegó a Mar del Plata para darle un espaldarazo al Panamericano, torneo que se había suspendido por falta de recursos. Fue convocado para sacarlo a flote, y no falló a la cita. Una de sus rápidas y efectivas gestiones fue aumentar el seguro de responsabilidad civil. La póliza pasó de cubrir 50.000 dólares a un millón, en caso de algún accidente o contratiempo con las delegaciones de los ocho países invitados a competir.

El intendente de Mar del Plata, Elio Aprile, abrió el juego con estas palabras: "Hace no muchos años, un puñado de marplatenses corría olas ante el asombro de quienes los miraban desde la costa. Muchos de los que creían que sería una moda pasajera, pronto comenzaron a sospechar que la pasión por el surf finalmente había llegado para quedarse. Verlos en pleno invierno metidos horas en el agua ya no daba pie para pensar en otra cosa.

"La elite de la época se transformó en poco tiempo en miles de jóvenes que cargando sus tablas al hombro se conectan con la naturaleza y diseñan un estilo de vida en el que la libertad abre sus puertas de una envidiable plenitud.

"Mar del Plata vuelve hoy a ser sede del Circuito Mundial de Surf. A nuestro mar llegan deportistas internacionales que eligieron esta ciudad para competir y también para compartir los momentos de amistad que el surf genera. A decir verdad, en el mar no hay límites ni fronteras. Pues bien, tampoco ha de haber extranjeros."

Después de la ceremonia inaugural, en la que los equipos participantes intercambiaron arena de sus respectivas playas, Aguerre dijo:

"Yo quería que esta ceremonia se realizase en otra playa, pero finalmente me di cuenta de que las cosas son por algo. En esta playa, hace 30 años, llegó mi hermano corriendo y me dijo: ¡Vienen parados en el mar! Eran los primeros surfistas".

Estaban en El Torreón. "Era un lugar de buenas olas, que hoy desapareció como consecuencia del rellenado de las playas del centro."

Recuerda que el 15 de noviembre de 1969 fue su primer día en el agua. "Un día, uno de los surfistas nos prestó una tabla y estuvimos probando sin parar. La pasión se había encendido. Después hablamos con nuestro padre porque queríamos una tabla. Pero él retrucó con que vendiéramos las bicicletas. Lo hicimos."

El espíritu empresario ya se perfilaba, aunque los hermanos Aguerre eran dos chicos de 11 y 12 años.

"Al poco tiempo, montamos el primer taller de arreglo de tablas. En ese momento pesaban 30 kilos (hoy pesan unos 4), así que inventamos un carrito para llevarlas. ¡Ya teníamos conciencia de que el servicio es lo más importante! Aprendimos el oficio como todos los que aprenden sin escuela ni instructor: probando y probando sin dar el brazo a torcer. Poco a poco nos convertimos en el lugar preferido para el arreglo de tablas de los surfistas más chicos.

"A los dos meses, habíamos terminado de pagar las tablas y al año, nos compramos las bicicletas."

La historia del verdadero compromiso de los hermanos Aguerre con el surf comenzó en 1977. "Había en Mar del Plata un intendente militar que prohibió el surf. No lo podíamos creer, por lo tanto hacíamos campeonatos sin permiso."

Más tarde, los Aguerre formaron la Asociación Argentina de Surf, que convenció al gobierno que levantase la prohibición.

En 1979, con 18 y 19 años, abrieron un surfshop en Mar del Plata, con la intención de vivir de lo que más les gustaba. Tenían ropa y objetos fabricados por ellos mismos. Comenzaron también a promover una serie de torneos en la Argentina, y con eso lograron una identificación del apellido Aguerre con el deporte.

Santiago se mudó a La Jolla, en California, uno de los puntos de surf más interesantes. En 1984 lo siguió Fernando. Juntos tenían un surfshop, pero no dejaban de viajar por todo el mundo detrás de las mejores olas.

Entre los destinos estuvo Brasil. Allí conocieron a un fabricante de sandalias y empezaron a importarlas.

Así fue como las primeras sandalias Reef se hicieron conocidas en los Estados Unidos. A ellas les agregaron una innovación: como los dos hermanos tienen pie plano, inventaron un arco que hiciera de soporte y... bingo.

Como se dice comúnmente, la pegaron. Nació una nueva generación de calzado para la playa, identificado con un nicho en el mercado: el surf, y demás deportes sobre tablas.

Sólo en 1999 se vendieron en la Argentina 150.000 sandalias y 250.000 zapatillas. En el mundo, 3 millones y medio de sandalias y 2 millones de zapatillas. Da un total de 6 millones de pares.

"Mi hora de creatividad es cuando me despierto, pero sigo con los ojos cerrados. A esa hora no está el mundo con sus limitantes. Así se me ocurrió el nombre Reef, que viene de arrecife, y que es el lugar en donde rompen las mejores olas. No somos una marca masiva, sino de nicho. Competimos en ventas con las más grandes, ya que logramos tener un perfil de estilo de vida."

Para entender de qué se trata es importante conocer cuál es la filosofía del surfista: "Se basa en el amor al mar. Es una pasión, una obsesión por surfear. Cuando hay olas, el resto de las actividades (familia, trabajo) va a paréntesis. Es muy simple. Cuando hay olas, hay que ir a surfear.

"En los Estados Unidos, a las mujeres de los surfistas las llaman surf widows, o viudas del surf, porque para un surfista lo primero es el mar."

Aguerre lo llama deporte caño de escape. "En la sociedad moderna hay cada vez más presión y menos caños de escape, que es por donde se van las toxinas. Por eso a los surfistas nos ven como un grupo pintoresco, porque vivimos de acuerdo al corazón. No nos dejamos contaminar por las toxinas de la civilización moderna".

Una de las toxinas a las que hace referencia es la falta de tiempo: "Los gringos, por ejemplo, chamuscan la carne, y a eso lo llaman asado. No tienen idea de lo que es un asado de verdad. Requiere tiempo para que tenga el punto exacto. Es lo opuesto a la comida rápida".

Se toman el tiempo para vivir de acuerdo con sus creencias. "Vivimos en la playa, con chicas lindas. Estamos teñidos por el sol. Es el paraíso en la Tierra." Y provocan comentarios en los que se mezcla la recriminación, por un lado, y un poco de envidia, por el otro.

Y vuelve al ejemplo de los norteamericanos. "Pensá que un gringo típico se toma una semana de vacaciones como gran cosa. Pero cuando llega a Hawai, después de haber ahorrado todo el año, nosotros estamos desde hace meses."

Pueden vivir prácticamente del aire. Instalarse en una carpa, pescar algo para comer. No matan por el hotel 5 estrellas, sino por las estrellas del cielo. No necesitan ser ricos, porque disfrutan, gratis, de las bondades de la naturaleza.

Toda la filosofía parece muy romántica, pero lo que mucha gente se pregunta es de qué viven los surfistas, ya que están en el agua en horarios insólitos. O, mejor dicho, horarios en los que la mayoría de las personas de esa edad está con traje y corbata en una oficina.

"Ahora, en la Argentina, hay 3000 personas que viven del surf, entre negocios, revistas, programas de cable y televisión abierta, y esto crece día a día."

Por ejemplo, el programa MDQ, de dos marplatenses, del cable pasó a la televisión abierta este año. Como socio fundador de SIMA, que es la Cámara de la Industria del Surf de los Estados Unidos, sabe que el negocio va más allá de los sueños. Allí se reúnen sólo en los Estados Unidos 400 empresas. Por eso sabe, a ciencia cierta, que en 1998 los mayoristas facturaron 1800 millones de dólares. Si se cuenta a los minoristas, la cifra por lo menos se duplica.

"En realidad no hay muchos surfistas que hagan mucho dinero, pero es un tema de elección."

En febrero de 1999 Aguerre organizó un campeonato de olas gigantes en la isla de Todos los Santos, Ensenada, Baja California, México.

El point se llama Killers. Fueron las olas más grandes surfeadas en una competencia, ya que tenían hasta 30 pies (unos 14 metros), que llegaron a la costa incentivadas por la corriente de El Niño. Allí se congregaron algunos de los mejores surfistas de olas gigantes del mundo. Se dio inicio al campeonato con una consigna del juez: ¡Bienvenidos a Killers. Vuelvan a casa con vida!

Se dio un especial clima de compañerismo, por la enorme dificultad de las condiciones. "La mayoría de los deportes tradicionales están basados en la confrontación con otro ser humano. En el surf, la competencia es contra uno mismo, ya que los que compiten profesionalmente son apenas una pequeña minoría."

Competir contra uno mismo supone:


Conocer los vientos. El gran aliado es el sur (y el más fresco también).
.Saber cómo rompen las olas.
.Aguantar el frío. Son pocos los que tienen trajes a punto, o tablas último modelo.
.Conocer las reglas del mar.
.Soportar los revolcones y seguir adelante.
.Saber las reglas de ubicación, para no molestar a otros surfistas.
.Agilidad, flexibilidad, etcétera.
.
Según Aguerre, el surf es una experiencia religiosa. "Mi día empieza a la mañana, mirando el mar. Todos los días surfeo dos horas, y duermo dos horas de siesta." Su casa, en La Jolla, California, se presta para este tipo de vida, porque está apenas a unos metros del mar.

Quizás en una tirada de dos horas se pueden llegar a tomar unas pocas olas. Después, lapsos de espera en tranquilidad. El deporte es esto.Y el entorno ayuda a que se produzca una sensación de armonía con la naturaleza.

"Cuando estamos surfeando, damos la espalda a la civilización. No hay status ni poder. Sólo el amor por el deporte." Se hacen así los amigos del mar, que quizá no se ven por un largo tiempo, pero que se encuentran en algún punto para reconocerse como pares.

Todos tienen una cantidad de anécdotas en las que la naturaleza es protagonista: quizá surfearon junto a delfines (sí, a ellos también les gusta correr las olas).

Hay dos cosas que sí pueden detenerlos: la proximidad de tiburones, y una tormenta con rayos y relámpagos. En ambos casos, la experiencia puede llegar a ser mortal. Por otro lado, las piedras escondidas pueden llegar a quebrar un dedo del pie o a producir más de un moretón.

Se podría decir que la filosofía de este deporte a veces se convierte en algo fuera de lo común. "Hace dos años vine a Mar del Plata porque mi padre tenía un tumor. Cuando estaban por operarlo, lo llamé para decirle que íbamos para el hospital. Pero él preguntó: ¿Para qué?

"Entonces nos fuimos a surfear y tuvimos una experiencia increíble. Resulta que uno de los mejores puntos en Mar del Plata para correr se llamaba Cabo Corrientes, que llamábamos El Templo. Pero hace años, le hicieron una escollera, y no entraron más las olas. Ese día, pasamos por El Templo, había olas de dos metros, y nadie para surfearlas. Así revivimos nuestra infancia. Cuando salimos, había un mensaje en el celular. La operación había salido bien. Era un tumor encapsulado, y nosotros habíamos estado en El Templo, una forma de orar."

Yo soy un loco que quiere defender el surf." Y repite, como una constante, el concepto ancestral del yin yang, que viene a ser la vida en alternancias de blanco y negro.

"Tengo una obsesión por difundir este deporte, pero en realidad es un contrasentido porque de esta manera hay más gente en el agua, y es más difícil tomar olas."

Según el empresario, en el mundo de los negocios también se surfea. "Hace unas semanas vino una periodista a San Diego y me preguntó cómo surfear en el mundo de los negocios. Le dije que hay que tener mucho cuidado, porque está lleno de tiburones y de rocas peligrosas."

Si no fuera porque se toma su tiempo para estar en el mar, se lo podría confundir con un workaholic.

"Hay que vivir impecablemente, pensando que es el último segundo. Nada de empezar la semana que viene. En mi compañía, se pone fecha.

"El mundo tiene cosas posibles e imposibles. Los seres humanos, por no hacernos responsables de los propios fracasos, catalogamos a algunas cosas como imposibles. La mayoría de las cosas imposibles son posibles, pero disfrazadas.

"Pero para mí el trabajo es mucho más que un negocio, es un placer. Espero que se demuestre que hay muchas maneras de ser un empresario en este mundo."

Luego Aguerre sigue filosofando: "Creo que los que tenemos la suerte de que los medios nos presten atención, deberíamos utilizar esa exposición pública para que tenga alguna utilidad más que para el propio beneficio. Soros, por ejemplo, siendo uno de los empresarios más importantes del mundo, se dio el gusto de hablar de la crisis del capitalismo".

El, por su parte, se decidió por lo práctico. La empresa donó 5000 pares de zapatillas a los refugiados kosovares, 10.000 pares de sandalias y zapatillas a huérfanos en Haiti, Honduras, Nicaragua y Guatemala. "Ayudar al prójimo y devolver lo que se nos da es una parte de estar en los negocios. De otra manera, nuestra misión en esta vida es incompleta."

Con respecto a la facturación, Aguerre prefiere no dar cifras. "En todos los países se venden las cosas a precios muy diferentes, y con descuentos muy diferentes, para poder entrar en los mercados menos pudientes."

Piensa que mientras más crece la empresa, más chico tiene que sentirse, y afirma que esta enseñanza la aprendió del mar: mientras más confianza se tiene el surfista, y más se relaja, más proclive es a sufrir un revolcón.

"Todo el tiempo tenés que pelear contra lo que sos. Si te creés bueno, es que en realidad no lo sos. Ahí te agarra la ola y te dice: en realidad el jefe soy yo".

La humildad se hizo más patente para él a causa de una experiencia personal. "Una vez me caí del labio de una ola y toda una inmensidad de agua se me vino encima. Pensar que un metro cúbico de agua pesa una tonelada... No hay una verdad más grande que la de saber que si bien estamos acá, estamos de prestado."

En cuanto a planes empresariales estratégicos, hay uno especialmente discutido por mujeres. Se trata de una marca registrada que consiste en la imagen de una mujer, con una microbikini, y siempre de espaldas. Se conocen como las colas de Reef.

"Es una cuestión de marketing, y de venta de un sueño, porque son una parte esencial de un buen día de playa. El cola-less es una idea de las argentinas. En Estados Unidos no se usaba hace 10 años, y nosotros la pegamos con esa idea. Hoy las colas de nuestra marca son un icono reconocido en todos lados.

"Nuestras chicas son fotografiadas de una manera natural, sin poses, en un día de playa. Por eso son creíbles, algo clave en marketing.

"En Estados Unidos, en una nota, aparecieron una vez tres publicitarios diferentes sentenciándonos. Pero la verdad es que no nos iba nada mal. Y eso que nunca contraté una agencia.

"Cada tanto llega alguna carta de alguna periodista que se queja", dice.

¿Pero por qué jamás se les ve la cara? "Es un tema de psicología. Una buena cara cambia por país, edad, raza, gustos especiales.

"Todas las mujeres admiran un buen lomo. Y si no, ¿qué hacen comprando las revistas de moda, todas llenas de jóvenes alucinantes y físicos imposibles?" Como presidente de la International Surfing Association, aclara que la ISA es al surf lo que la FIFA es al fútbol. "Es reconocida por el Comité Olímpico como la Federación Internacional que rige al surf."

Una de las metas de Aguerre es que este deporte comience a formar parte de las Olimpíadas. "Tenemos posibilidad de entrar en las Olimpíadas de Atenas en el 2004, pero sólo si se ponen en funcionamiento las piletas de la tecnología de olas. Sin esto no hay posibilidades. Pero soy optimista. No me quedo esperando el futuro, lo salgo a buscar..."

Estas piletas son inmensas, y se forman olas que surfean los competidores. Actualmente existen, pero es cuestión de que el Comité Olímpico apruebe un nuevo tipo de contienda.

Aguerre es el primer presidente latino en la historia de la ISA. Fue elegido en 1994, y reelecto dos veces. La última por unanimidad de las 46 federaciones nacionales asociadas a la ISA.

"Me metí en la tarea de organizar un mundial en los Estados Unidos en el que hubiera profesionales y amateurs. Compitieron 750 deportistas de 35 países, y hubo un total de 12.000 olas surfeadas. Hubo un intercambio de arenas entre los diversos países, que se colocaron en una caja acrílica." Para la inauguración, el presidente Clinton envió una carta de felicitación. Cuando llegó la hora del discurso de Fernando Aguerre, éste se emocionó y no pudo hablar.

La razón va más allá de un torneo mundial, ya que el evento, llamado Go Surf, y que se produjo el 25 de septiembre último en La Jolla, invitaba a toda clase de corredores de olas, discapacitados o no. Compitieron en teams de 5. Cada uno incluía; por lo menos, un participante con una discapacidad. El objetivo fue reunir fondos para el Adaptive Surfing Comite de la ISA.

Todavía hoy Aguerre se emociona cuando recuerda al pirata, un competidor al que le falta una pierna y que se las arreglaba con la que tenía, más una mano de apoyo.

Las condiciones del mar no podían ser mejores. Por eso Aguerre dice que "Dios es surfista".

Por otro lado es presidente de la Asociación Panamericana de Surf (APAS), que viene a ser lo mismo que la ISA, pero para el continente americano. "Fui el que tuvo la iniciativa de hacer la primera reunión fundacional en Lacanau, Francia, en 1992." Aguerre fue elegido como primer presidente, y reelecto por cuarta vez hace un mes, en Mar del Plata.

"Son entidades pobres, con pocos recursos, más que nada integradas por voluntarios."

Con respecto al último Campeonato Panamericano dice: "Argentina terminó 5. No fue un puntaje muy bueno. Le ganó sólo a Uruguay y a Chile. Lo mejor fue la actuación de Martín Passeri, el campeón argentino, que llegó a la final de la categoría Open, y es la primera vez que un argentino lo logra.

"Tenemos que aumentar la cantidad de surfistas jóvenes, de menos de 10 años, si queremos morder algo en el futuro. Hoy por hoy, estamos muy lejos del nivel del resto del mundo."

Habría que ver cómo se prepararán los trillizos. "Son el centro de mi vida. Paso horas de calidad con ellos. Aprendo y los educo. Son la razón para seguir cuidando mi salud y mi vida, ya que me llegaron cuando yo tenía 38 años."

En cuanto a tener tres hijos de golpe, cuenta: "Fue una alegría, y un miedo no explicable ni entendible para quien no los tuvo. Cuando nacieron, pesaban 800, 900 y 1000 gramos cada uno. Entre los tres, como un bebe pequeño. Estuvieron tres semanas en la Sala de Cuidados Intensivos de uno de los mejores hospitales de los Estados Unidos. La madre y yo nos pasábamos todo el día con ellos, teniéndolos en brazos, dándoles de comer. Son tres soles."

Se define como un poco filósofo, un poco pensador, un poco cuestionador. "En el mar, no hay nada que hacer. No hay televisión. Entonces el surfista medita en silencio."

Habla de sí mismo como "un fanático en contra de los fanáticos, por aquello de que "las acciones privadas de los hombres que no perjudiquen a terceros..."

Y dice que detesta aquello de zapatero a tus zapatos. "En vez de hacer lo que amamos, nos encerramos a hacer lo que nos sale más o menos bien."

Por eso se decidió, sin complejos, a grabar un disco, simplemente porque tuvo ganas de hacerlo. "No es que sea afinado, pero tengo la posibilidad, y me mando. Tendrá un poco de Marley, un poco de los Stones, un poco de rock. Me gusta aquella frase de Marley: Nadie más que vos puede liberar tu mente."

Y, por último, resume en una frase cuál es la filosofía que en estos años ha aprendido del mar: "Siempre viene otra ola, después de alguna que se escapó. Pero también siempre hay que pensar que, tal vez, cuando llegue, ya no se esté en este mundo para surfearla".

Texto: Paula Urien Aldao
Fotos: Mauro Rizzi y gentileza de Fernando Aguerre


Historia del surf
Las raíces del surf se remontan a las islas del Pacífico, cuando los ancestros de los polinesios comenzaron a explorar el mar y las islas alrededor. Mientras que no hay una fecha específica como para decir cuándo la primera ola fue surfeada, es sabido que alrededor del 1700, los hawaianos comenzaron a sorprender a los marineros extranjeros y a los exploradores con sus habilidades para mantenerse sobre las olas. Antiguamente en la Polinesia sólo los elegidos de los dioses podían pararse sobre sus canoas. A pesar de que no se conocía como surf, es el primer indicio de este deporte. Las primeras tablas medían más o menos 4 metros de largo y pesaban 35 kilos. La pita (que es la correa que la sostiene al pie) no existía, ni tampoco las quillas, y era el pie del surfista el que le daba dirección a la tabla. El surf siguió evolucionando en Hawai. El 24 de agosto de 1890 nació allí el famoso surfer Duke Kahana Moku, que, mediante demostraciones, lo convirtió en un deporte popular. En la década del 60, Greg Noll (llamado el Toro) se atrevió a correr las olas gigantes de Hawai, en la bahía de Waimea, Pipeline, en la costa norte de la isla de Oahu. En la Argentina, la historia se remonta a 1963, cuando Daniel Gil (hijo de un ex presidente de Boca), en una gira por Perú, vio que algunas personas en el mar flotaban sobre unas tablas... y que luego se paraban sobre ellas. Entonces se trajo dos tablones para reproducirlas. En 1964, creó el primer club de surf en la Argentina. Hoy las tablas pesan unos 4 kilos y miles de surfistas viajan alrededor del mundo buscando la ola perfecta.

En Argentina
Micky Arandía, presidente de la Asociación Argentina de Surf, está interesado en que el equipo argentino tenga más apoyo financiero como para salir a competir internacionalmente, en igualdad de condiciones. Es decir: se buscan sponsors, que inviertan entre $ 500 y 1000 por mes, ya que los jóvenes tienen que viajar todo el año para competir.

Esto tiene sus dificultades. "Hay un grupo de surfistas que quiere vivir de este deporte que les apasiona, pero las empresas todavía no le ven el retorno. En Brasil, en cambio, después de la minería fue la industria que más creció", afirma Arandía.

María Laura Temporini es la campeona argentina de surf. Al tener doble nacionalidad argentina-italiana, también compite para la selección italiana.

Ella es profesora de educación física y guardavidas. Y tiene un solo sponsor.

Es un deporte que cada vez gana más adeptas. En Mar del Plata, hasta hay un club femenino de surf que tiene 130 inscriptas.

Por su parte, Martín Passeri es el campeón argentino. Es el único argentino que corre en el circuito mundial internacional. Piensa que sí tiene la posibilidad de vivir del surf, pero que lamentablemente no puede sumar puntos para el campeonato porque no puede ir a todos los torneos. Lo más caro son los pasajes de avión. Esto, por supuesto, le resta puntos. "Igual que un tenista, que si no sigue el circuito cae en el ranking, el surfista no tiene posibilidades si no sigue el circuito de competencias", dijo después de su rendimiento en el Panamericano.

Hay 20 campeonatos en el año, y para tener alguna posibilidad, es necesario correr por lo menos 13. De ellos, se cuentan las 8 mejores fechas.

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