miércoles, 30 de enero de 2013

Los Hijos de los Dias. Eduardo Galeano

Enero 27
Para que escuches el mundo
Hoy nació, en 1756, Wolfgang Amadeus Mozart.
Siglos después, hasta los bebés aman la música que nos dejó.
Está comprobado, muchas veces y en muchos lugares, que el recién nacido llora menos y duerme mejor cuando escucha la música de Mozart.
Es la mejor bienvenida al mundo, la manera mejor de decirle:
–Ésta es tu nueva casa. Y así suena.

sábado, 11 de agosto de 2012

Olimpiadas. Eduardo Galeano

A los griegos les encantaba matarse entre sí, pero además de la guerra practicaban otros deportes.
Competían en la ciudad de Olimpia, mientras las olimpiadas ocurrían, los griegos olvidaban la guerra por un rato.
Todos desnudos: los corredores, los atletas que arrojaban la jabalina y el disco, los que saltaban, boxeaban, luchaban, galopaban o competían cantando. Ninguno llevaba zapatillas de marca, ni camisetas de moda, ni nada que no fuera la propia piel brillosa de ungüentos.
Los campeones no recibían medallas. Ganaban una corona de laurel, unas cuantas tinajas de aceite de oliva, el derecho a comer gratis durante toda la vida y el respeto y la admiración de sus vecinos.
El primer campeón, un tal Korebus, se ganaba la vida trabajando de cocinero, y a eso siguió dedicándose. En la olimpiada inaugural, él corrió más que todos sus rivales y más que los temibles vientos del norte.
Las olimpiadas eran ceremonias de identidad compartida. Haciendo deporte, esos cuerpos decían, sin palabras: Nos odiamos, nos peleamos, pero todos somos griegos. Y así fue durante mil años, hasta que el cristianismo triunfante prohibió estas paganas desnudeces que ofendían al Señor.
En las olimpiadas griegas nunca participaron las mujeres, los esclavos ni los extranjeros.
En la democracia griega, tampoco.



sábado, 21 de julio de 2012

Historias Urbanas

Esperando en la parada del colectivo y no paraba ninguno, horario donde todos vuelven a casa...
Observo que hay sentado un pibe a unos pocos metros de mi. Con un buzo sucio, tenía puesta la capucha, no se le veía la cara. Pantalon deportivo... sucio y unas zapatillas deportivas en las mismas condiciones o peor...
Pienso: "Alto punga tumbero.... menos mal que hay mucha gente...."
Frena un colectivo.... sube la gente, luego yo y el punga atrás mio.
Llego a la máquina y pido $1,50, es el mínimo en la linea 57. Busco las monedas y me doy cuenta que perdí algunas...... solo tengo $1,30. Me pongo a buscar por todos los bolsillos y no encuentro.... le doy lugar al punga y le digo "Sacá vos." y me voy al asiento a buscar alguna puta moneda.....
Con la mano abierta con las pocas monedas que tenía, sigo buscando... el punga termina de sacar el boleta, se da vuelta y me dice: "¿Necesitas una moneda grande?"
Me tildo y pienso "¿quiere las monedas chicas? o que carajo?"
No llegué a responderle que me tiró una moneda de un peso en la mano, le digo:
"No, el problema es que no llego..."
El punga se da vuelta y empieza a caminar hacia el fondo. Le digo: "esperá!" mientras busco un billete en mi bolsillo. Se lo arrimo y me dice: "No, no! dejá" se fue caminando.... No tenía pinta de wahiturro.....
"GRacias!" le dije. Saqué el boleto y lo busqué con la mirada.... Estaba al fondo, con su capucha y la cabeza agacha.....
Por fuera daba miedo...... Por fuera............
ANONIMO

jueves, 19 de julio de 2012

5 años sin Fontanarrosa

"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"

Roberto Fontanarrosa

Oriundo de la ciudad de Rosario, Provincia de Santa fe, Republica Argentina, nacido el 26 de Noviembre de 1944, Roberto Fontanarrosa fue dueño de una pluma y un sentido del humor único. Su carrera comenzo como dibujante humoristico.

Integrante de “la mesa de los galanes” del bar EL CAIRO, donde solía encontrarse con amigos a tomar café y a charlar de futbol y mujeres. Aquel bar es el escenario de muchos de sus relatos literarios.
Hincha fanatico de Rosario Central. Esta institución, lucio uno de sus dibujos en la camiseta durante un par de temporadas
Es el padre del matón Boogie el aceitoso, Inodoro Pereyra y su perro Mendieta. Estos dos últimos aparecen hasta hoy, a diario en la contratapa del diario clarín.
Como escritor publico numerosas recopilaciones de cuentos: El mundo ha vivido equivocado (1982), No sé si he sido claro (1986), Nada del otro mundo (1987)...
Su dedicación al relato breve se intensificó en sus últimos años: El mayor de mis defectos (1990), Los trenes matan a los autos (1992), Uno nunca sabe (1993), La mesa de los Galanes (1995), Una lección de vida (1998), Te digo más... (2001), Usted no me lo va a creer (2003) y El rey de la milonga (2005).
Escribió además algunas novelas, entre las que destacan Best Seller (una imaginativa y lúdica recreación de la peripecia de un mercenario sirio cuyo nombre da título a la obra), El área 18 y La gansada.
En el año 2003 le fue diagnosticada una enfermedad neurológica que lo llevo al uso de silla de ruedas.
Como olvidar la exposición mágica que dio en el congreso de la lengua española, celebrado en Rosario en el año 2004, en el cual desarrollo un picaresco ensayo acerca de las malas palabras (ver entrada del 9 de mayo “OTRO GRANDE”).
A comienzo del año 2007 anuncio a sus lectores que su dolencia le impediría continuar dibujando con su propia mano, por lo que, a partir de aquel momento, contaría para poner en imágenes sus ideas con la colaboración de otros dibujantes, como Negro Crist (Cristóbal Reinoso) u Óscar Salas.
El 19 de julio de ese mismo año, a los 62 años, Fontanarrosa falleció en Rosario, su ciudad natal, a consecuencia de esta enfermedad.